ADVERTENCIA: Algunos contenidos de este blog pueden herir la sensibilidad de la gente sin humor o con problemas de tránsito en el tramo final de su orto. La ironía es clave aquí. En caso de intolerancia, consulte a su proctólogo.

miércoles, 7 de abril de 2010

¡Qué bonito!



















Esa ha sido la frase más pronunciada por mí esta Semana Santa. Cada vez que miro a la sierra con sus cumbres blancas me quedo embobado. Ella, la Naturaleza, la Madre, nos regala una vez más esos paisajes espectaculares. Ahora nos encontramos bajo la única dictadura que estoy dispuesto a asumir, la dictadura del color verde. Todo se viste de este precioso color. Sólo el tímido amarillo pretende asomar, moteando los ropajes de Madre, pero nada puede hacer contra aquél.

Los cañones de los ríos, antaño nerviosos regueros y meandros, son ahora imperturbables testigos del atronar de los empachados ríos, repletos de la sangre transparente de Ella. Y en su melancolía, añoran su pasado inquieto y en constante cambio. En venganza miran altívamente al río de abajo, observando sus vanos intentos por escapar de sus paredes, sabiendo que poco a poco su fuerza se apagará, que dentro de unos meses todo volverá a la calma, que su clamor cesará pero con la certeza de que al año siguiente volverá a intentarlo.

Las frias montañas se rebelan contra su impuesto manto blanco y con furia recuperan su gris habitual, haciéndolas tentadoras. Tentadoras para escalarlas, para recorrerlas. Sus pies convertidos en frondosos valles nos tientan de nuevo, pero esta vez para descenderlos a la vera de sus venas, esas venas colmadas de furia, de agua, de la sangre de Madre.

Y nosotros, meros visitantes, aspiramos simplemente a mantener en nuestra mente tanta belleza, a intentar retener cada imagen, cada árbol, cada risco, cada sonido, cada aroma que nos regala Ella. Y bien sabe que cada vez que puedo, le agradezco lo que me permite ver con mis ojos, lo que disfruto bajo mis pies y mis ruedas, lo que admiro junto a mi amor y mis amigos. Sólo soy una brizna de hierba que aspira a ser árbol. GRACIAS.

P.D.: Las fotos pertenecen a la Cascada de Valverde de los Arroyos, al Monasterio de Retiendas y su entorno. Que las disfrutéis al menos como las disfruté yo.

3 comentarios:

Iván dijo...

Joder tío, CHAPO!!! Cada día me sorprendes más con tus relatos y tu redacción.

Respecto al paseo, en cuanto he visto las dos primeras fotos ya sabia que era el Ocejon, que estuve en Julio con la family y hace unos años contigo y alguno que otro salvaje, salvando desniveles imposibles y bajadas alucinantes por riachuelos, algún día habrá que repetirla.

Besitos maestro.

Moisés dijo...

Esa ruta no se me olvidará nunca, como se encabritaba esa Orbea Alma, je je je... No había casi agua en el camino, ¿eh?... Gracias majete.

diego dijo...

Como nos ha cundido en un mes las dos visitas a la zona.
A ver si este año aguanta el verde y antes de meternos en el calor repetimos.
Moi, se te van acumulando las cronicas, te faltan las de este finde y las de Abantos-Patones.
See you.