Lluvia marina

Gris y encapotado. Asi se presentan el dia y la noche. Las gotas tintinean en tu ventana, como si fueran el acelerado tic-tac de un reloj. La calle se ha convertido en un improvisado mar grisaceo, con gente corriendo bajo la lluvia, como si correr les salvara de calarse hasta los huesos. Algunos con sus paraguas desplegados recuerdan a un banco de medusas multicolor en caotico movimiento. Y tu, hipnotizado, contemplas el ir y venir de esas medusas y de los coches y de algun ciclista al que ha sorprendido la tormenta lejos de su calido hogar. Y recuerdas la sensacion de ir empapado y congelado cuando te ha pasado a ti.

El escalofrio que sigue te hace mirar hacia la habitacion en la que te encuentras y buscas en la mesa la taza de cafe. Templado y aromatico manjar que te reconduce a contemplar el "mar" de ahi abajo. El mar...¿Recuerdas?, este verano, mientras te mecia como a un desconsolado bebe entre sus brazos de espuma. Cuando tus cansados pies revivian al deslizarse por su suave arena... Enmarañando tu cabello con su brisa, la misma que secaba tu piel para descubrir el blanco salitre. Y el sonido del rompeolas, fracturando las miles de lenguas del mar, ansiosas por lamer la playa, por avanzar tierra adentro...

Y poco a poco se borra el eterno horizonte y empiezan a emerger las rocas. Pero son rocas de cemento, acero y ladrillo. El viaje se acaba y vuelves al barrio. La arena se torna asfalto y solo te queda apurar el cafe. Pero te da igual, te vistes y sales a la "playa", que no todos los dias se puede pasear por la "orilla" del mar, si solo llueve agua, si llovieran cantos rodados...

P.D.: La foto es de la playa nudista de Torimbia, en Llanes, Asturias patria querida. La fotografa, como no, es Belencita.