ADVERTENCIA: Algunos contenidos de este blog pueden herir la sensibilidad de la gente sin humor o con problemas de tránsito en el tramo final de su orto. La ironía es clave aquí. En caso de intolerancia, consulte a su proctólogo.

jueves, 10 de febrero de 2011

La Carta de Javier

Ahora me veo con fuerzas para ofreceros la carta en el blog que escribí en nombre de todos para que la publicaran en algunas revistas y periódicos deportivos cuando falleció mi querido Javi. Sé que hay gente que lee aquí y que no ha podido acceder a ella y yo no podía tenerla inerte en el tintero. Ahí os la dejo. Son mis últimas palabras en este triste asunto. Gracias por la atención.

Aquella mañana apagaste el despertador sin saber que ya no lo harías nunca más. Sería la última vez que desayunaras fuerte para aguantar tu duro día. La última vez que besaras a tu pequeña, a tu amada esposa. Fué la última vez que preparaste tu ropa, seguramente con mimo. La última vez que dejaste que tu mente corriera a sus anchas por todos los buenos recuerdos de tu vida mientras pedaleabas relajadamente, la última vez. La última vez que te reíste tú solo recordando algún momento en ruta con nosotros, la última vez. La última vez que miraste hacia el cielo, hacia arriba, escrutando las nubes como haría un granjero para evitar que la lluvia arruinara su preciada cosecha, todo sin saber que aquella perspectiva cambiaría bruscamente en unos minutos para pasar a observarlo todo desde arriba. Primero, desde el helicóptero que en vano se esforzó por llevarte con vida al hospital. Después, al pasar a formar parte de las almas que nos observan cariñosa y melancólicamente desde el firmamento.
Y ya sólo nos quedó recordar la última vez que te vimos reír, la última vez que nos hiciste reír. La última vez que te vimos disfrutar, la última vez que nos hiciste disfrutar. La última vez que nos llamaste "paquetes", que nos llamaste "máquinas", que nos llamaste "chavales". La última vez que hablamos contigo, la última vez que nos dijiste "hasta luego". No, Javi, no , es HASTA SIEMPRE.


Javier Sánchez Corral nos fué arrancado de nuestras vidas el 1 de Diciembre al ser arrollado por un camión en la carretera M-100 mientras entrenaba. Descansa en paz amigo.

Club Ciclista ENBICI Alcobendas.

miércoles, 9 de febrero de 2011

La buena, la fea y la mala


Feminizando el título de la famosa película que interpretó el gran Clint Eastwood resumo lo acontecido en mi primera carrera del año. Estrenábamos equipación, muy bonita y de muy buena calidad, pero difícilmente distinguible entre tanta ropa similar. Se nos veía mejor de azul y amarillo pollo, pero no nos vamos a quejar ni mucho menos. También estrenaba bicicleta, un pepino de carbono de la marca Trek. Tras casi diez (si, he dicho diez) años montando sobre bicis de doble suspensión que parecían colchones de plumas para mi delicado traserillo, me dejé engañar por el diablo y me compré una verdadera máquina de carreras, rígida y ligera. Sólo tuvimos dos semanas para hacernos amigos, pero en contra de lo que yo creía, no éramos todavía uña y carne. Algo de ésto podía ser la buena en mi relato... La ropa...La bici nueva... Pues no, en mi caso la buena fue la ostia que me dí acabando la primera vuelta.



Salvé dos tentativas de aterrizaje forzoso en los primeros doscientos metros de carrera. Primero en la salida, cuando los dos que estaban delante mío en la parrilla (que por cierto me tocó atrás del todo para no variar...) se dieron un afectuoso abrazo haciéndome un sandwich. Gracias a Dios que todavía no había enganchado el pedal automático, que si no me desparramo entero. Con el susto en el cuerpo salgo a toda leche para coger al resto de compañeros. Adelanto a Luis por la derecha (menos mal que en el campo no hay código de circulación que valga) y a los tres segundos oigo un cacharrazo justo detrás de mi rueda. ¡Puffff!, me libré otra vez... Pero no todo el monte es orégano (no se que quiere decir esta expresión pero a lo mejor queda bien aquí, je je je).



En mi afán por coger a gente me agacho sobre el manillar y pedaleo como un mulo, sin fijarme en que un reguero cruza el camino de lado a lado. Me lo trago y mi mano derecha se suelta del manillar como si no me perteneciera. Hago el vuelo del Ave Fénix y mientras el tiempo se detiene consigo oír los gritos de una señora a la que conseguí impresionar desplegando mis alas, me da tiempo a calcular que parte del suelo lleno de agujeros me va a resultar más cómoda para tomar tierra y aún así me sobra tiempo para maldecir y blasfemar mientras veo volar más alto que yo a mi querida y cara bicicleta de fibra de carbono. Me levanto en un tris y tras ver que tengo más o menos todos los órganos en su sitio y que no me he cargado mi flamante ropa (antes muerta que sencilla) me fijo en la rodilla derecha. No me duele casi (irónicamente hablando, claro...) y un tremendo bulto se ha merendado a mi rótula. El adorno final lo ponen dos venas por encima súper inflamadas que daba miedo verlas. Pues ésta era la fea. La señora me da un ligero consuelo maternal mientras medio pedo busco a mi jaca unos metros más abajo. La maneta izquierda y los mandos del cambio están mirando a Roma. Le meto un viaje y los coloco en su sitio. Me monto y medio zombie sigo dando pedales. En vez de cabrearme un huevo como siempre, sólo me mosqueo un poco pero me encabezono en acabar a toda costa.



El tercer huevo que tengo se va desinflando poco a poco y con los ánimos de los colegas subiendo el famoso repechón del circuíto acabo como un jabato. El 35º, mejor que el año pasado y encima no me caí, pero a mí me sabe a victoria. Hay que ver el lado bueno de las cosas, podía haber sido mucho peor y no creo que hubiera sido mucho mejor sin la caída. Gracias a todos por los ánimos. Os preguntaréis quién o qué fue la mala en esta historia. No fué mala la suerte, porque la culpa de la caída fué sólo mía (cualquiera que me oiga no se cree lo que sale de mi boca, pero debe ser que me hago mayor y estoy madurando...). Tampoco fue mala la carrera, ni la bici. La mala fue Belén, pero no por no ir a verme a la carrera (lo estaba deseando y lo entiendo, tanto tío sudoroso enfundado en lycra...), sino porque estaba mala con la alergia la pobre mía. Se quedó con las ganas de gritar como una loca para que la oyera desde cualquier punto del circuíto. La eché mucho de menos.



P.D.: Os dejo mis fotos narcisistas, en alguna se ve el piñazo en la rodilla. Saludetes.

martes, 1 de febrero de 2011

Parón y una de arena.


Han pasado semanas y este espacio ha permanecido yermo, desatendido y hueco, pero no olvidado, ni mucho menos. No ha habido día que me haya sentado en el trabajo frente al ordenador y no abriera esta página. Tampoco ha habido día en el que no haya pinchado en la foto de la última entrada publicada para ampliar la imagen. Como tampoco han faltado los intentos de que las inmóviles teclas bajo mis incapaces dedos fabricaran una sola palabra para vosotros. Ahora parece que todo comienza a rodar de nuevo, se engrasaron los engranajes, la vida para nosotros, para bien y para mal, no se detiene y todo vuelve casi a la normalidad. Sólo nos pesan más los bolsillos llenos de penas, pero también estrenamos zapatos nuevos que nos hacen caminar más alegres. Yo he estrenado mi par hace bien poquito. Mi niña por fin es funcionaria. Si después de la tormenta viene la calma, después de la cal siempre viene la arena. Toneladas de esfuerzo han visto su recompensa y ya me puedo considerar un afortunado funcionario consorte. Según está el patio laboral, esto es un lujo que nos permitirá hacer (y engendrar) cosas que teníamos en pausa. Nos vamos a regalar unos cuantos pares de zapatos.



Ahora se me acumula el trabajo y empezaré por las cosas que no he hecho en su momento, como felicitaros a todos el año nuevo y la Navidad. Por una vez en mi vida no me he pillado una gripe o una gastroenteritis en todas la fiestas y eso que he estado rodeado por todos los flancos por sacos de virus andantes y moqueantes. Buen comienzo de año, si señor. Otra cosa que me dejé fueron algunos aniversarios. El más importante, el 20 de Diciembre. Ese día de 1997 comenzó de nuevo mi vida con mi siamesa Belén. No nos despegamos ni queriendo. Feliz aniversario mi amor. Luego viene mi aniversario personal, el 13 de Enero me estrené con 34 años. ¡Joder cómo va pasando el tiempo!. Por último el primer aniversario de mi (vuestro) blog, el 19 de Enero.


Pues toca retomar la rutina y escribir de vez en cuando. Ya tengo cosillas en mente y alguna que otra presentación oficial que hacer. Espero que este año y todos los demás os traigan muchos, muchos, muchos zapatos nuevos y mucha arena. Ya que estamos con metáforas, analogías y demás, pues seguimos: La desgracia se pega al alma de uno mismo inevitablemente, pero inevitable también es que nos una al resto de almas que nos rodean con su poderosa atracción. Ánimo y siempre hacia delante.