ADVERTENCIA: Algunos contenidos de este blog pueden herir la sensibilidad de la gente sin humor o con problemas de tránsito en el tramo final de su orto. La ironía es clave aquí. En caso de intolerancia, consulte a su proctólogo.

lunes, 11 de julio de 2011

Se acabó en Becerril





Por fín se acabaron (casi) las carreras. El Open de Madrid tocó a su fín el pasado 19 de Junio en Becerril de la Sierra, circuíto técnico donde los haiga. Cuatro vueltas de 6.5 kms. que consistían básicamente en 2.5 kms. de senda y pista de subida para luego despeñarte por dos bajadas trialeras bastante peligrosas con un repecho quema-piernas entre ellas. De la lluvia ya ni nos acordamos, así que el terreno estaba sequísimo y muy descarnado. Como es el mismo trazado donde se correrá el Campeonato de España, la gente lo ha entrenado y trillado millones de veces. Consecuencia: Roderas y rizados por todos los lados. Destrozadito del todo. Si a esto sumamos que me desinflé las últimas dos semanas saturado de tanta bici y de la obligación (sarna con gusto...) de competir, pues el asunto no era muy atractivo para el narrador. Y eso que desconocía que el mercurio se saldría de los termómetros al regalarnos el sol sus mejores rayos achicharradores. Decidí a última hora utilizar las zapatillas de Javi, cedidas gentilmente por Miriam al Guardia. Un pequeño homenaje que acabó un poco en penitencia porque no conseguí adaptarme a tiempo y me machaqué las rodillas. Sólo aparecimos por allí Rober, Carliños y yo. El resto pasó de ir bien por caídas reconociendo demasiado de cerca el terreno, bien por estar en fase de recuperación-reanimación tras la Quebrantahuesos. Sólo dos valientes se atrevieron a desafíar el cansancio para animarnos, Diego y El Guardia, teniendo uno de los mejores detallazos del año al madrugar y pasar calor como el que más para pegarnos gritos de ánimo. Les acompañaron mi club de fans, Belén y mi hermana María, que se tostaron vuelta y vuelta para verme sudar y sufrir. A todos muchísimas gracias.






Llegué bien tempranito para reconocer el circuíto. Enseguida noté que no iba a ser mi día. La cabeza es muy jodía y no terminaba de pillarle el punto a las zapatillas ni a las bajadas. Se supone que me van los circuítos técnicos, pero bajaba verdaderamente torpe, sin sentir en ningún momento que controlara la bici. Veo a mis compis, calentamos, vemos que ha venido Iñaki Lejarreta a correr, un tío que hace entre los diez primeros en la Copa del Mundo. Nos empanamos y Rober y yo llegamos tarde a la parrilla. Me cuelo lo que puedo pero me quedo en tercera fila. Salida penosa, para no variar, porque no consigo enganchar el pedal, que resbala sobre la suela de carbono como si fuera hielo. Aprieto lo que puedo pero nada, el primer repecho me hace bajarme por un tapón. Ya vamos cortados en el segundo grupo. Sufro mucho y no cojo el ritmo ni con un pito. La subida de pista se me hace interminable. Llegamos al sendero y las primeras bajadas. Carliños va delante y parece que se le atraganta un poco la trialera. Nos hace un pequeño tapón y a los de cabeza ni se les ve. Rober va pegado a mi culo. Adelantamos a Carlos en uno de los pocos sitios en los que el camino es más ancho que un palmo. Subida a muerte y bajada también. Me salgo de la trazada y me trago un escalón de roca. Primer susto. Llego a meta, 25 minutos y voy pegado. El Guardia me canta un puesto trece. Rober se queda un poco por detrás. Voy solo y muy cocido. En la primera bajada aprieto un poco por no tener a nadie estorbando y me salgo recto en una curva. Aparco en un matorral y la bici se queda enganchada. Sigo bajando algo más templado pero vuelvo a cometer errores y casi me la meto dos veces más. Aún así tardo lo mismo que en la primera vuelta. En la siguiente bajo mejor pero me duelen mucho las rodillas y las piernas. Adelanto a un Master 30 y creo que voy el 11º. Voy frito y llevo los brazos llenos de arañazos, los arbustos estaban cariñosos aquella mañana. Subo dos minutos mi tiempo. Es la última vuelta y voy mirando más para atrás que para delante. No quiero que me cojan pero llevo un grupo pegado al culo. No puedo dar mucho más de sí, pero sé que a priori bajo mejor. Y eso tuvo que ser porque casi me caigo tres veces en la última bajada, parando todas las veces y aún así no me trincan. Último apretón y ya está. Me duele hasta el dorsal. El undécimo y dando gracias. El pobre Rober arrancó el cambio trasero y se quedó con las ganas de hacer un puestazo, una pedazo putada.






P.D.: Menudo susto me llevé cuando vi aparecer a Belén con la camiseta salpicada de sangre. Era de otro jinete que se la metió delante suyo y de Diego y al que tuvieron que atender.



P.D.2: A falta de confirmación oficial he hecho números y creo que he quedado noveno en la general. ¡¡¡No me lo creo!!!.




P.D.3: Que ganas de irme de vacaciones, ¡¡¡POR DIOSSSSSSSSSSSS!!!. Unos días de relativa calma en los Pirineos y habrá que entrenar para el campeonato de Madrid de Maratón en Septiembre, para no parar de enredar.

miércoles, 22 de junio de 2011

Cosas de peluquería

Me he tirado muchísimos años de mi vida siendo el peor cliente que pudiera tener un peluquero. Melenudo durante más de diez años, pisando estos establecimientos esquiladores si acaso una vez al año, no es que haya contribuído precisamente a la expansión y enriquecimiento de los pobres fígaros. Es más, a pesar de que la madurez, los jefes de los trabajos, las incipientes entradas y las marañas de cabellos afanosas por taponar el desagüe de mi ducha me hicieron literalmente cortarme la coleta, me resistí a darles de comer y me dediqué a auto-raparme el melón con una maquinilla eléctrica. Uno, que es de cara y cuello fino, tuvo que sucumbir al final a entrar en uno de estos locales debido a las sucesivas escabechinas capilares que hacían que pareciera un pobre judío de Auschwitz. El elegido fué Ramón, un profesional recomendado por mi hermana y que se ha encargado de mi cuidado capilar durante los últimos años.


Este hombre te dedica una hora entera, dándote palique, ofreciéndote refrescos, incluso dejándote una PS2. Yo nunca he tenido huevos a usarla, más que nada porque tener a una persona detrás con una cuchilla, unas tijeras afiladas por láser o cualquier otro utensilio áltamente hostil y tú moviéndote de un lado para otro porque te están fundiendo en el Call of Duty, como que no es de recibo. Aún así te hace sentir casi como en tu casa, por lo menos hasta ahora. No es que me haya dejado el pelo como un Cristo, ni que me haya cortado ni nada de eso. No fué algo mucho peor.


Estaba terminando su obra maestra, porque domar todos los remolinos que adornan mi apepinado cráneo no es tarea fácil, cuando me soltó la siguiente lindeza: ¿Quieres que retoquemos las cejas?. Mi careto lo tuvo que decir todo: ¿Eiinnnn?. ¿Cómo que retocarme las cejas?, ni que tuviera las de Salvador Dalí. Ya bastante mal llevo que mi flequillo cada vez sea más escaso y mi frente crezca de tal manera que cada vez tarde más en lavarme la cara por las mañanas como para preocuparme por las cejas. Me fijé en el espejo, escudriñando mis pobladas tiras horizontales de pelo. Mientras maldecía por no tener el mismo grosor de cabello en la parte superior de mi cabeza, observé que efectivamente digamos que asomaban por entre la maleza varias cañas de pescar. Largos pelos, como los que tenían mis abuelos y que ahora estaban jodiéndome la marrana a mí, un jovencito de 34 años.


Allí, en ese mismo momento, comenzó un seminario acerca de las vellosidades masculinas. Que si a mí me salen pelos en las orejas, que si me asoman pelos por la nariz que parecen las patas de una araña... Un rosario de detalles capilares que me dejaron hecho polvo. Es cierto que cada vez tengo que podar más mis fosas nasales. Además hace unas semanas Belén me dijo que tenía algún pelillo un poco largo en las orejas. Vamos, que según ella parece que tengo las orejas como las de un Lince Ibérico (adjunto foto por si alguien no sabe cómo son). Pero lo peor fué cuando me descubrió unos nuevos inquilinos en mi región dorso lumbar, más conocidos como pelos en la puta espalda. Lo que me faltaba. Yo que me depilo por completo el cuerpo, ahora voy a parecer un jodido erizo. Pues que bien. En fín que me doy por fucked. La edad no perdona, eso dicen, así que ajo y agua (y si eso unos tomates y me hago un gazpacho). Saludos a todos.

viernes, 3 de junio de 2011

El séptimo (¿de caballería...?)


Cuarta y penúltima prueba del Open de Madrid. Lugar: un desierto conocido como Ciempozuelos. Secarral donde los haya, tostadero infernal, paisaje lunar, estepa estilo almeriense, vamos que parece que vas a ver pasar una diligencia con tres indios a caballo detrás pegando alaridos. Lo más alto allí es el vértice de tu casco. Bueno, miento, son las torres de alta tensión que coronan los cerrillos que rompen la monotonía horizontal del redundante horizonte. La previsión meteorológica promete tormentas y aguaceros a lo largo de la mañana. Como agua de Mayo, y nunca mejor dicho pues es día 29 del quinto mes de 2011, espero que la predicción se cumpla totalmente porque si no es posible que perezca y me evapore como una gota de sudor en el Gobi. Tres días llevo con un constipado de los raros, de esos que podríamos llamar del tipo gallego pues no sabes si viene o va. La garganta inflamada, voz de fiestero sin haber catado fiesta alguna, dolor de cabeza y escalofríos en plena canícula. Y lo que te queda, moreno...

Madrugo el domingo más que para ir a trabajar, gilipollas que es uno, y a eso de las 6 de la mañana ya estoy empujando unas gloriosas galletas hacia mi irritada garganta. Vamos cinco en la furgoneta, el Guardia, Alonso, Pablo, Miguelón y mis restos. Recogemos a Dave el Primo en Pinto para que le dé un poco el aire (más bien el sol le va a dar...) tras darnos una vuelta por dicho pueblo cortesía de la empanada que tiene, pues se inventa que existe la salida 21 de la A-4. Pues no la busquéis que no existe. Cachondeo a su costa y comentarios acerca de lo que provocan los excesos con el botellón. Corrí en este circuíto en el 2008 y sólo han cambiado una zona. Ahora se sube por la llamada subida de los pinos. ¿Un pinar aquí?¡Pues que buena noticia!. Los deseos de una subida como le gustaría a María del Monte se esfuman al contemplar estupefactos que a pesar de que efectivamente existe el pinar, digamos que se encuentra en estado fetal. He visto arbustos más altos que aquellos enclenques arbolillos recién plantados. De hecho el vegetal más alto del lugar era el cardo común o cardo picoleto, pues eran altos, verdes y con muy mala leche. En serio, no he visto cardos más tochos.

La vuelta de reconocimiento se ha convertido en vuelta de calentamiento, las 9:30 de la mañana y hace un calor y una humedad horrorosos. La garganta se me reseca más aún y lo pulmones no pueden hincharse a gusto. Salen los Master 40 y 50. Yo con manga larga y fresquete en el cuerpo, tengo el termostato bien jodido. Los nuestros marchan muy bien. Pablo queda el 11º, Jose el 13º en Master 40 y Alonso 2º en Master 50. Aparecen Rober y Carliños. También Belén, su amiga Miriam y mi hermana. Todos obedecen mis órdenes estrictas de no mirarlas ni entrarlas. Los chicos nos vamos a calentar un poco (como si no estuviera la cosa caliente ya). Enseguida forman las parrillas. Primero Elite, luego Senior y después los treinta y tantos Master 30. Nervios, muchos nervios. Salida y no puedo meter el pedal por zoquete. Aún así no pierdo muchos metros pero enseguida me adelantan por todos los sitios. Voy el quince o por ahí. La primera bajada la hago como si tuviera los miembros de Pinocho, muy rígido y esquivando los bidones que pierde la gente. En la subida de asfalto me adelantan unos pocos más y veo a Carliños a más de cien metros por delante de mí. No puedo correr más, no tengo fuelle.

Me relajo un poco y charlo conmigo mismo un ratillo:"La carrera es muy larga y dura por el calor, ya irán cayendo poco a poco, recupera lo que puedas". Menos de 22 minutos que tardo en el primer giro. Los gritos de las chicas y los compis me animan muchísimo. Me pongo las pilas y empiezo a coger a gente. Bajo más confiado y me subo la cuesta del pinar montado por primera vez. Adelanto a Carliños y a un montón de Senior. Incluso los Elite van sucumbiendo. Me encuentro muy bien y me marco una segunda y tercera vueltas muy rápidas. La espalda me va dando avisos y en la última vuelta decido subirme el cuestón chungo corriendo para relajar la zona. Hace un calor de mil demonios. Me ofrecen agua para la nuca, pero yo soy muy bruto y del norte, no necesito mariconadas. Dave hace de aguador oficial y tiene poco éxito conmigo porque no tengo tiempo ni de beber. Adelanto al tercer Senior y cojo al séptimo Elite. Voy séptimo de Master 30. No voy a alcanzar a nadie más, así que me dedico a controlar a los de atrás para que no me enganchen. La espalda me duele un huevo pero llego con una sonrisa en la boca. Mi objetivo este año era entrar en alguna carrera entre los quince primeros, entre los diez sería la leche, y al final: ¡Objetivo cumplido!. Carliños llega el 9º y Rober el 11º. A Miguelón le doblan por los pelos y aún así se marca un 22º. Al final acabamos 24. En Elite Borja se tiene que retirar porque le ha picado una avispa y le provoca una inflamación muy fuerte. Menuda putada.

Las chicas y los Enbici me felicitan y yo en el Limbo, pero no de gusto, que también, sino de dolor lumbar. Me doy una vuelta para soltar un poco la musculatura, una ducha y a desmontar el campamento. Voy a tener que dormir con la ventana abierta para cogerme más resfriados como éste, porque no veais cómo zumbo...

P.D.: Gracias, gracias y mil gracias a las niñas que se fueron al fin del mundo para gritarme: "Pero dale a los pedales, coño..." Como si la jodía bici andase sola, no te giba...

P.D.2: Enhorabuena a todos los sufridos ciclistas que acabaron como pudieron esta matanza, en especial a los míos, que lo dieron todo y además puntuaron. Éxito total.

P.D.3: Que sepáis que estamos a viernes y todavía no me quito de encima la mierda esta de constipado, enfriamiento, alergia, faringitis o lo que cojones sea...

jueves, 2 de junio de 2011

Semana Santa en Potes III

Nos las prometíamos muy felices Belén y yo cuando partimos hacia Bulnes. Salimos de Collado de Pandébano después de esquivar un campo de minas de cacas de vaca y un rebaño de los susodichos animales expendedores de mierda. A los pocos metros de ascensión llegamos a una bifurcación. A la izquierda, hacia el Naranjo de Bulnes (o Picu Urriellu), a la derecha en una hora y cuarto (me descojono enterito) llegas a Bulnes. Poco tardó Belencita en catar las bondades del arcilloso barro Asturiano. Se metió un culetazo (como no podía ser de otra manera, el jodido centro de masas es lo que tiene...) que me puso los pelillos como escarpias, no porque temiera por su vida, sino por que casi me convierte en una brocheta con su bastón cuando intentó no dársela. Un poco de cachondeo por mi parte hasta que me tocó pegar un paso de baile sobre una roca mojada que me jodió la rodilla durante todo el resto del día. Y es que el caminito se las traía. Roca fija al suelo colocada por algún ingeniero que no debe ser muy caminante, porque con once meses de lluvia por allí, poner ésto a sabiendas de que va a estar constantemente empapado no es de tener muchas luces. Posando sonriente antes de flexionar la rodilla en un ángulo imposible hasta para un flamenco (me refiero al pájaro, no a un sevillano dando palmas). La cosa mejoró unos cuantos cientos de metros, pero volvimos a las andadas con las malditas piedrecitas: Aquí un vadeo innecesario por pardillo y confundirme de camino con un 50% de posibilidades de fallar (o acertar), pero el puto Murphy... Por fín parece que nos vamos acercando a Bulnes. El camino resbala muchísimo y empezamos a hartarnos de hacer surfing on the rocks. Parece que nunca vamos a llegar, pero ya distinguimos "Bulnes de Arriba" y "Bulnes de Abajo": Por fín llegamos al pueblo, dos horas de caminata, no una hora y cuarto como decía el optimista cartel, y encima bajando. Miedito que nos da la subida de vuelta. A la ribera de este gélido río nos sentamos a comer. Fuimos atracados por una gata barriguda que se zampó nuestro jamón serrano y lamió nuestros cacahuetes Eagle Snack con sal y miel, aprovechándose de nuestro estado comatoso y articular-doloroso. Perezosamente nos levantamos tras un leve descanso y nos volvemos hacia el coche, que sólo nos quedan dos horas de conducir. Al final se sube mejor que se baja, media hora menos en volver, sale un sol muy majo que nos deja ver el anteriormente cubierto Urriellu y que nos achicharra el cogote: Otra media hora menos en volver con el cochecito por el camino, también en subida la mayoría. Resumiendo, en el norte parece que se tarda menos en subir que en bajar, o eso o los oriundos del lugar no saben calcular los tiempos o allí el tiempo se detiene o yo que sé, el caso es que nunca hacemos una sóla ruta en el tiempo que ellos dicen, siempre tardamos más en lo más fácil y menos en lo difícil. En fín un lío espacio-temporal que no nos ocurre, por ejemplo, en Pirineos. Allí siempre somos unas máquinas de bajar tiempos estimados en las caminatas, je je je. Bueno, nos despedimos, ADIOOOOOOSSSSSSSS...

miércoles, 1 de junio de 2011

Semana Santa en Potes II

Con la lluvia jorobando un poco, nos dedicamos a buscar caminos por los que se pudiera circular en coche. La oferta era más bien escasa, pues estaba prohibido por todas partes excepto por una pista que unía Espinama con Sotres. No creo haber visto en mi vida tanto guarda forestal junto. Había un coche del Parque Natural aparcado en cada inicio de camino, pista o sendero, además de los que te cruzabas por el campo. Se toman muy en serio la protección del medio ambiente, cosa que me parece cojonuda con todos los capullos que hay por el mundo. Bajo una lluvia torrencial subimos un fuerte desnivel por la empapada pista y sólo conseguimos llegar al Refugio de Áliva, casi encima del mirador de Fuente Dé: La vuelta la hicimos tranquilamente:


Hicimos alguna foto más y decidimos volver otro día con mejor clima: Al día siguiente el tiempo mejoró bastante. Nos vestimos de montañeros y decidimos recorrer la pista completamente (nos comentaron que hacía falta un 4x4, el nuestro es 4x2, así que nos faltaba medio coche, je je je) con serias dudas de si nuestro blanquito podría pasar por algunas zonas muy pedregosas y con buen desnivel. Pues casi dos horas que tardamos en llegar a Sotres y yo con un dolor de cuello bastante majo de la tensión de intentar no rajar un neumático con uno de los millones de pedrolos que nos encontramos.


Pasamos por sitios preciosos como estos: Llegamos a Sotres, subimos otro puertecillo de tierra hasta el Collado de Pandébano y nos hicimos una ruta a pata hasta Bulnes, que contaré en la siguiente entrada. Solo adelantar que la cosa se alargó un poco más de lo esperado y teníamos que volver por la misma pista (que ahora nos tocaba casi todo el rato en subida) si no queríamos hacernos ochocientosmil kilómetros por tortuosas carreteras asturianas y cántabras. Si nos descuidamos un poco a la vuelta se nos hace de noche, pero al final el cochecito respondió mejor de lo que esperábamos, se lo subió todo a la primera sin rechistar. Menuda tralla que se llevó. Claro, que más paliza se darán los que vengan a rezar a esta ermita, la de Nuestra Señora de la Nieves. Eso sí que es penitencia...

viernes, 27 de mayo de 2011

Semana Santa en Potes I



Con las 24Doce ocupando mi mente y todo mi tiempo no os he podido contar nada de nuestras vacaciones en Cantabria. Estuvimos en el Parador de Fuente Dé una noche, más que nada porque nunca habíamos ido a un Parador y queríamos saber qué se siente. Pues de primeras dolor en el bolsillo, luego placer por dormir en una cama de 2x2 y tener un pedazo mirador y finalmente empacho por tener un desayuno buffet con, entre otras muchas cosas, migas, morcilla con huevos fritos y cosas de esas que nunca desayunarías en tu sano juicio.


Debería haber un endocrino por habitación para controlar a los clientes. En fín, un entripao tras otro que nos cogimos. Alubias con venado para comer en el restaurante el Urogallo (¿de qué me sonará a mí el animalejo éste?), cocido liebanés en El Oso. Chuletón para Belén (aparte de que hizo una amiguita y ahora no hay quien le quite la perra de la perra...)y un sinfín de alegrías gastronómicas.


El plan, a la vista está, era más bien tranquilo. Solemos ir a la montaña a pegarnos palizas andarinas, pero esta vez queríamos descansar en la naturaleza. De hecho, alquilamos un apartamento rural con jacuzzi en ¡el dormitorio!, sí, sí, y con piscina cubierta y sauna (fuera de la casa, claro). Como unos reyes.


Sólo hicimos una ruta en los cinco días que estuvimos, que os contaré después porque tiene para rato, entre otras cosas porque dos días estuvo lloviendo como si no costara. Os pongo un vídeo con el pobre Dacia, que se llevó lo suyo por las pedregosas pistas del lugar. Disfrutamos como enanos haciendo el cafre con el blanquito.




Con el clima un poco revirado chupamos carretera y manta, fuímos a Bejes, un pueblo cerca de la famosa subida a Tresviso, cuya carretera sale del mismo desfiladero de la Hermida. Si creeis que las carreteras de allí son estrechas, es porque no habéis cogido la que sale de este pueblo hacia una ruta de senderismo. Se veía todo el pueblo desde arriba. Cabía el coche de coña, con un barranco al lado que te quitaba la tontería. La pobre Belén sufrió lo suyo, sobre todo cuando llegamos a un paso al que le faltaba un trozo de carretera en la parte exterior. Un subidón. Paseíto por un precioso hayedo, un frío del carajo y vuelta.





El jacuzzi nos dejaba como pulpos apaleados, así que el día antes de volvernos nos fuímos a hacer puertos, pero no como suelo hacerlos yo, a 190 pulsaciones y sudando la gota gorda encima de la bici, si no como los hace la gente con cerebro, en el cochecito y parando a hacer fotos. Subimos el puerto de San Glorio y allí tuvimos un momento de zoofilia (no sería el único).




Eso sí, conseguí dominar a la bestia:




Unas vistas impresionantes desde el mirador de Llesba:




Acabamos llegando a Posada de Valdeón, pueblo ahora más conocido si cabe porque allí vive Jesús Calleja, el desafiador extremo, todo después de recorrer una preciosa carretera por el fondo de un valle.




Estábamos a tiro de piedra de Caín, final-inicio de la famosa Ruta del Cares. Nos comimos unos huesitos y unas nueces (por si no hubiéramos comido suficiente), fotos de rigor y vuelta a la casita.





En fín que vinimos más que reposaos. Me estoy aficionando al pereceo en las vacaciones. Al final van a tener razón y las vacaciones son para descansar...


miércoles, 25 de mayo de 2011

24Doce: El infierno del Norte IV






Pues ya está aquí la última entrega del tostón que os he estado soltando últimamente. Por fín dejó de llover y la presión que tenía (teníamos) encima se fué como las tormentas. Teníamos la vuelta más rápida, que en caso de empate nos daría la victoria, además de contar con una vuelta y pico de ventaja sobre los segundos. La cosa estaba casi hecha. Me vestí con la equipación que habíamos encargado hacía bien poco en memoria de Javier. Era mi pequeño tributo a su memoria. Tan relajado estaba que cuando ví aparecer a Luís por la zona de meta acabando su turno yo estaba a medio vestir. Atropelladamente salí sin guantes y sin abrocharme el casco, pero el Guardia sabiamente me recomendó que me vistiera tranquilo, no fuera a olvidarme algo, vísteme despacio que tengo prisa...




Cuarto Relevo:



Luisito lo había dado todo sabiendo que ya acababa el jodío, así que me pilló en bragas. Salí a toda leche. El suelo no estaba tan pegajoso, así que subí a buen ritmo. La primera curva cerrada me recordó que no tenía más que freno delantero y a punto de morir. El susto me duró poco por lo visto, porque en la primera bajada me tiré como si tuviera los frenos de un fórmula 1. Me marqué un fuera de pista por el sembrado que me puso los pelillos de punta y terminó de finiquitar la nano-micra de compuesto que le quedaba a mis pastillas delanteras. Era gracioso (para el que fuera detrás de mí, no para mí que no me hacía ni puta gracia) ver cómo me dejaba caer por las bajadas con el culo en pompa y buscando el barro más profundo y pegajoso para que absorbiera mi inercia. Aún así no desmonté y me congratuló el ver que había gente con sus frenos funcionando que bajaba más lento, o incluso desmontado, que yo. Eso no evitó que por primera vez me adelantara un tío en la carrera. Para muestra un botón, mis pastillas de freno:




La segunda y última vuelta fué algo más lenta, pues la cadena, abnegada, complaciente y resignada durante más de 20 horas, se rebeló un par de veces y me hizo poner pie a tierra. Eso y que me estuve todo el rato acordando de mi inolvidable compañero de trialeras. Javi me empujó ese culo que me pesaba como el plomo. Esa última vuelta hacia la victoria te la diste tú con mis piernas y mi corazón. Al llegar, Diego y yo estábamos tiernitos. El Guardia también las pasó canutas por lo mismo. El cansancio y la emoción nos hicieron llorar como magdalenas. Al final Carlos se dió una vuelta más y ya estaba todo el pescado vendido. Ducha, comida, lavar la bici, ropa protocolaria del equipo, recoger las carpas y demás... La última ristra de obligaciones. ¡Ya éramos campeones de Madrid!



Las sorpresas, como dicen que ocurre con las desgracias, me vinieron de tres en tres, pues mientras esperábamos la entrega de trofeos en el pabellón cubierto, unos pequeños bracitos rodearon mi cintura y al girarme vi a la última persona que esperaba (pero deseaba) ver. Belén había venido desde Getafe a todo cisco (adelantando coches y todo...me temblaban las piernas, decía) para no perderse este momentazo. Yo no reaccionaba y todos se descojonaban de la cara que se me quedó. Subida al pódium, sonrisa de capullo en la cara y ojillos de cordero degollado para las fotos. La siguiente sorpresa fueron los premios, aunque podían no haberlo sido, a saber: Un paraguas (y no es irónico, real como la vida misma, sería para protegernos del sol que ahora si brillaba en el cielo), una medalla que en realidad era un disco de freno (mejor unas pastillas hombreee...), un CamelBak de un litro de capacidad (¿?) y un trofeo...para los cuatro. Por supuesto que nos regalaron el maillot rojo que pone campeón, pero vamos, que después de la paliza que nos dimos y lo mal que lo pasamos, sin contar con lo que cuesta la inscripción, pues vamos, que nos quedamos un poco...fríos. En fín que como no competimos para ganarnos la vida (si no mal íbamos...) sino para demostrar lo machotes que somos, pues nada, que me dió igual que fueran un poco rácanos. Sólo el pensar que el resto de gente que acabó sólo se llevó una camiseta sufriendo como poco igual que nosotros, te hace apreciar mucho más la situación.








Y el remate fue la entrevista que nos hizo Juan Manuel Montero. Muchos no sabréis quién es. Pues sencillamente es el tío al que todos queríamos imitar al principio de los noventa tras verle en "Al filo de lo imposible" hacer diabluras con una Trek roja por la sierra y por todas las escaleras que se encontraba por el centro de Madrid. Es redactor y probador (más bien exprimidor de bicis) de la revista de ciclismo BIKE (que leo desde hace más de quince años). Me hizo mucha ilusión conocerle, una persona muy agradable y que curiosamente nos dijo que tenía toda su admiración hacia nosotros por haber acabado y ganado aquél infierno. Lo mismo que le dije yo a él al acabar la entrevista. Admiración mútua.



Con mi pegajosa siamesita Belén (y uno que no se deja querer casi...) me largué para mi casa a echarme una siesta de dos horas (que el sueño está contado, no hay que abusar) que me dejó más agilipollado que otra cosa. Eso y a comer y beber como una lima durante dos días. La semana siguiente fué un poco jodidilla por el cansancio, pero aún así no dejé de salir con la bici (vicio que tiene uno). Enrique nos regaló las reparaciones de las bicis, un detallazo, pero aún así las secuelas del barro nos costarán unos cuantos euros a la larga. Pero me dá todo igual, por una vez en mi vida he ganado algo y nada me lo va a fastidiar...



P.D.1: La organización le quiso tangar al otro equipo Enbici unas vueltas, perdiendo momentáneamente la octava posición. Tras un par de reclamaciones por fín se ha solucionado el tema, al César lo que es del César. Enhorabuena.


P.D.2: Gracias a todos los que animásteis, ayudásteis, nos hicísteis reír, acompañásteis y muchos más ...ásteis.



P.D.3: Gracias Patrón por apuntarme voluntariamente a esta tremenda experiencia.



P.D.4: Gracias churri por animarme en todo el bajón y por venir como el Vaquilla por la carretera de Colmenar sólo para verme encima de un cajón con mallas apretadas.



P.D.5: Gracias Javi por hacer de ésta carrera que tanto te gustaba mi carrera también. Va por tí.



El triunfo es tuyo y para tu familia. Un abrazo.