ADVERTENCIA: Algunos contenidos de este blog pueden herir la sensibilidad de la gente sin humor o con problemas de tránsito en el tramo final de su orto. La ironía es clave aquí. En caso de intolerancia, consulte a su proctólogo.

miércoles, 25 de mayo de 2011

24Doce: El infierno del Norte IV






Pues ya está aquí la última entrega del tostón que os he estado soltando últimamente. Por fín dejó de llover y la presión que tenía (teníamos) encima se fué como las tormentas. Teníamos la vuelta más rápida, que en caso de empate nos daría la victoria, además de contar con una vuelta y pico de ventaja sobre los segundos. La cosa estaba casi hecha. Me vestí con la equipación que habíamos encargado hacía bien poco en memoria de Javier. Era mi pequeño tributo a su memoria. Tan relajado estaba que cuando ví aparecer a Luís por la zona de meta acabando su turno yo estaba a medio vestir. Atropelladamente salí sin guantes y sin abrocharme el casco, pero el Guardia sabiamente me recomendó que me vistiera tranquilo, no fuera a olvidarme algo, vísteme despacio que tengo prisa...




Cuarto Relevo:



Luisito lo había dado todo sabiendo que ya acababa el jodío, así que me pilló en bragas. Salí a toda leche. El suelo no estaba tan pegajoso, así que subí a buen ritmo. La primera curva cerrada me recordó que no tenía más que freno delantero y a punto de morir. El susto me duró poco por lo visto, porque en la primera bajada me tiré como si tuviera los frenos de un fórmula 1. Me marqué un fuera de pista por el sembrado que me puso los pelillos de punta y terminó de finiquitar la nano-micra de compuesto que le quedaba a mis pastillas delanteras. Era gracioso (para el que fuera detrás de mí, no para mí que no me hacía ni puta gracia) ver cómo me dejaba caer por las bajadas con el culo en pompa y buscando el barro más profundo y pegajoso para que absorbiera mi inercia. Aún así no desmonté y me congratuló el ver que había gente con sus frenos funcionando que bajaba más lento, o incluso desmontado, que yo. Eso no evitó que por primera vez me adelantara un tío en la carrera. Para muestra un botón, mis pastillas de freno:




La segunda y última vuelta fué algo más lenta, pues la cadena, abnegada, complaciente y resignada durante más de 20 horas, se rebeló un par de veces y me hizo poner pie a tierra. Eso y que me estuve todo el rato acordando de mi inolvidable compañero de trialeras. Javi me empujó ese culo que me pesaba como el plomo. Esa última vuelta hacia la victoria te la diste tú con mis piernas y mi corazón. Al llegar, Diego y yo estábamos tiernitos. El Guardia también las pasó canutas por lo mismo. El cansancio y la emoción nos hicieron llorar como magdalenas. Al final Carlos se dió una vuelta más y ya estaba todo el pescado vendido. Ducha, comida, lavar la bici, ropa protocolaria del equipo, recoger las carpas y demás... La última ristra de obligaciones. ¡Ya éramos campeones de Madrid!



Las sorpresas, como dicen que ocurre con las desgracias, me vinieron de tres en tres, pues mientras esperábamos la entrega de trofeos en el pabellón cubierto, unos pequeños bracitos rodearon mi cintura y al girarme vi a la última persona que esperaba (pero deseaba) ver. Belén había venido desde Getafe a todo cisco (adelantando coches y todo...me temblaban las piernas, decía) para no perderse este momentazo. Yo no reaccionaba y todos se descojonaban de la cara que se me quedó. Subida al pódium, sonrisa de capullo en la cara y ojillos de cordero degollado para las fotos. La siguiente sorpresa fueron los premios, aunque podían no haberlo sido, a saber: Un paraguas (y no es irónico, real como la vida misma, sería para protegernos del sol que ahora si brillaba en el cielo), una medalla que en realidad era un disco de freno (mejor unas pastillas hombreee...), un CamelBak de un litro de capacidad (¿?) y un trofeo...para los cuatro. Por supuesto que nos regalaron el maillot rojo que pone campeón, pero vamos, que después de la paliza que nos dimos y lo mal que lo pasamos, sin contar con lo que cuesta la inscripción, pues vamos, que nos quedamos un poco...fríos. En fín que como no competimos para ganarnos la vida (si no mal íbamos...) sino para demostrar lo machotes que somos, pues nada, que me dió igual que fueran un poco rácanos. Sólo el pensar que el resto de gente que acabó sólo se llevó una camiseta sufriendo como poco igual que nosotros, te hace apreciar mucho más la situación.








Y el remate fue la entrevista que nos hizo Juan Manuel Montero. Muchos no sabréis quién es. Pues sencillamente es el tío al que todos queríamos imitar al principio de los noventa tras verle en "Al filo de lo imposible" hacer diabluras con una Trek roja por la sierra y por todas las escaleras que se encontraba por el centro de Madrid. Es redactor y probador (más bien exprimidor de bicis) de la revista de ciclismo BIKE (que leo desde hace más de quince años). Me hizo mucha ilusión conocerle, una persona muy agradable y que curiosamente nos dijo que tenía toda su admiración hacia nosotros por haber acabado y ganado aquél infierno. Lo mismo que le dije yo a él al acabar la entrevista. Admiración mútua.



Con mi pegajosa siamesita Belén (y uno que no se deja querer casi...) me largué para mi casa a echarme una siesta de dos horas (que el sueño está contado, no hay que abusar) que me dejó más agilipollado que otra cosa. Eso y a comer y beber como una lima durante dos días. La semana siguiente fué un poco jodidilla por el cansancio, pero aún así no dejé de salir con la bici (vicio que tiene uno). Enrique nos regaló las reparaciones de las bicis, un detallazo, pero aún así las secuelas del barro nos costarán unos cuantos euros a la larga. Pero me dá todo igual, por una vez en mi vida he ganado algo y nada me lo va a fastidiar...



P.D.1: La organización le quiso tangar al otro equipo Enbici unas vueltas, perdiendo momentáneamente la octava posición. Tras un par de reclamaciones por fín se ha solucionado el tema, al César lo que es del César. Enhorabuena.


P.D.2: Gracias a todos los que animásteis, ayudásteis, nos hicísteis reír, acompañásteis y muchos más ...ásteis.



P.D.3: Gracias Patrón por apuntarme voluntariamente a esta tremenda experiencia.



P.D.4: Gracias churri por animarme en todo el bajón y por venir como el Vaquilla por la carretera de Colmenar sólo para verme encima de un cajón con mallas apretadas.



P.D.5: Gracias Javi por hacer de ésta carrera que tanto te gustaba mi carrera también. Va por tí.



El triunfo es tuyo y para tu familia. Un abrazo.




5 comentarios:

Dave The Rake Goldman (bad to the bone) dijo...

Pues yo voy a echar de menos que sigas soltando ladrillo sobre las 24Doce tío, porque mola realmente la crónica.

La verdad es que tuvo que ser un momento muy emocionante cuando disteis las últimas vueltas. Sois unos héroes, y ante todo, le disteis a Javi el mejor homenaje.

¡SOIS LOS MÁS GRANDES MOI!

Moisés dijo...

Gracias majete, me alegro de que te guste. Que razón tenían los que decían que esto engancha. De no querer oír ni hablar de las 24Doce a pensar en el año que viene a hacer 12h por parejas con Diego. Estoy envenenado. Espero que te estés recuperando bien con esos pateos que te das. La inactividad es lo peor para cualquier enfermedad, te lo digo por experiencia. Suavecito pero sin pausa. Salud.

Miriam dijo...

Hola Moi, soy Miriam. Quería darte las gracias a ti y a todos por tantas palabras bonitas que habéis dicho sobre Javi. Se nos ha ido para siempre, si, pero los momentos compartidos con él, estarán siempre en nuestro corazón. De una manera o de otra, estará siempre con nosotros y nos dará fuerzas para seguir adelante. Estas 24Doce han sido especiales para todos, igual que será especial la Quebrantahuesos, pero disfrutad de cada pendiente, de cada curva, de cada piedra en el camino, porque Javi os estará animando. Gracias a todos.

Moisés dijo...

Muchas gracias a tí. Un abrazo muy fuerte.

Anónimo dijo...

El colofón a tu crónica lo tienes dos comentarios más arriba. Poco más que decir.

José Brig