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martes, 3 de mayo de 2011

El retorno de la húmeda alcayata universitaria

En este título pretendo condensar las dos carreras que corrí antes de Semana Santa. La primera fué el campeonato universitario de Madrid. El año pasado quede tercero y este año me las prometía muy felices hasta que me dí cuenta de dos cosas. Primero, que no podía (o eso me dijeron equivocadamente) competir como universitario sin el carnet de deportes (36 euros del ala, vamos un clavo para correr una sóla carrera). Segundo, que el nivel de inscritos era como el de la parrilla del Open de Madrid. Así y con todo llegué a ir quinto hasta que detrás de un arbusto en una curva aparecieron seis maromos de la nada, nos lijaron a mí y a la lapa chupa-ruedas que llevaba detrás y no hubo gónadas a atraparlos. En un circuíto tan abierto y sin gente vigilando era muy fácil atajar, allá cada uno con su conciencia. Para joder un poco más, el pavo que iba renqueando detrás de mí durante tres vueltas sin darme un sólo relevo me adelanta faltando doscientos metros para meta dejándome clavado y con cara de gilipollas. El duodécimo y a casita un poco mosqueado por alguna gentuza que cree que se llama deportista. Adjunto foto del borrico tirando del carro:





Pero el objetivo real del mes era la marcha de Colmenar Viejo. Una ruta que hemos hecho un millón de veces un millón de domingos y que yo me he negado siempre a correr. Pero este año lo quiero correr casi todo, así que a última hora me apunté viendo que no iba a llover como todos los años. La semana anterior quedamos con los que la organizan para reconocer el terreno y vaya si lo reconocimos. Un calor infernal que nos quitamos de encima algunos de manera poco ortodoxa. Alberto se sumergió de cabeza en el primer vadeo con sólo treinta personas mirando y con instantánea inmortal:




Yo tuve más suerte relativamente en el segundo vadeo, pues mi público se redujo a Alonso y Alberto, si bien mi remojón fué completo a excepción de la cabeza y la mano izquierda. Vamos, que me senté en el fondo del río con la bici encima. Los del club de Colmenar me conocen como el tío de los mazapanes porque cuando salí del agua solté : ¡Hostia, que he perdido los mazapanes!, mientras los veía flotando río abajo. Adjunto foto de mi tó flipao sin haber escarmentado:





Con este plan nos presentamos a la carrera con dudas de si correr o no hasta la misma mañana. Ganas cero y fuerzas justas (eso creía yo). Salida despendolada y si me descuído me pongo a tirar en cabeza. Levanto pedal y al tran tran que son 70 kms. Al final bajo de tres horas, llego el 23 de 900 inscritos, me duelen los riñones, me bajo de la bici y zaaaaasssss!!!, latigazo en la espalda. Me quedo tieso con un dolor muy agudo, tanto que no me puedo agachar. Me quedé como una alcayata. Las pasé canutas, el Guardia casi me tiene que montar en la furgoneta, me desmontó la bici y todo. Yo no me pude ni cambiar de ropa ni quitarme las zapatillas empapadas. Muy mal, en fín, cosas de la edad. Hacía casi dos años que no me daba tan fuerte, precísamente en otro maratón. Un par de días de reposo y listo. Adjunto foto del que escribe a punto de merendarse a un pequeñín que al final me devoró a mí, je, je, je...

3 comentarios:

Iván dijo...

Eres un puto máquina tío y ahora ya lo has demostrado.

Cuando yo sea mayor, quiero ir al mismo trantran que tú.

Dave The Rake Goldman (bad to the bone) dijo...

eso digo yo, quiero ir tan al tran tran, jur jur

Anónimo dijo...

Bien Moi, buen resumen. Ahora a relatar la gesta heroica de las 24Doce...

Brigada